El giro semiótico



Se suelen considerar como padres de la semiótica moderna a Ferdinand de Saussure 11 (1857- 1913) y a Charles Sanders Peirce ( 1839-1914). El primero inició una semiología o semiótica estructuralista a partir del estudio de la lingüística. Peirce, por el contrario, partía de la filosofía pragmática para estudiar cualquier clase de signos, no sólo los lingüísticos. Durante muchos años estas dos corrientes semióticas siguieron recorridos paralelos sin encontrar puntos de contacto, dado que partían de principios distintos. En la actualidad, después de muchos años de desencuentro ya se han establecido puentes entre ambas corrientes.
En los años setenta la semiótica se convirtió en una disciplina importante en el estudio de la comunicación. Se había pasado de una semiótica que estudiaba los signos a una semiótica discursiva. Durante muchos años el objeto básico de estudio de la semiótica fueron los signos. Las virtudes de este objeto eran claras. Se trataba de una entidad empírica, co nstatable y manejable. Así los semióticos se dedican a la ardua labor de su clasificación (Eco 1976). Sin embargo, pronto el objeto  pasó al          enunciado y de ahí al discurso. De esta forma se aproximaba a la comunicación, ya que en la comunicación se dan discursos, no simplemente signos. Debemos entender que el sentido del discurso es más que la suma de los significados de los signos que lo componen, el sentido es global. Además, cuando se habla de discurso no sólo nos referimos al lingüístico, sino también, por ejemplo, al televisivo. Por otro lado los límites del discurso vienen determinados por el propio discurso. Por ejemplo, el “Stop” en una carretera puede ser considerado un discurso, al igual que una novela de muchas páginas.
En 1973, Paolo Fabbri13, en su conocido artículo de la revista Versus, La communicazioni di masse in Italia: sguardo semiotico e malocchio de la sociologia”, anunciaba la decadencia de la perspectiva sociológica frente a la semiótica en el estudio de la comunicación de masas. Para Fabbri la sociología tradicional entra en crisis al pasar de la ciencia de los hechos a la ciencia del sentido. Por ello la semiótica es la disciplina más idónea para el estudio de la comunicación de masas.
Esta confrontación entre la semiótica y la sociolo gía en el estudio de la comunicación de masas debe matizarse. En primer lugar, no es pertinente concebir un campo de estudio como un campo de batalla en el que se enfrentan distintas disciplinas. Por el contrario, pueden apreciarse bastantes puntos en comú n entre sociología y la semiótica, como veremos en el último modelo expuesto.
El modelo semiótico propuesto por Umberto Eco14 gira en torno al concepto de código y a la descodificación del destinatario. Como se puede apreciar tiene una clara influencia del modelo de Shannon y Weaver, por un lado, y, por otro lado, retoma las preocupaciones explícitas en el modelo de Schramm sobre los efectos de los mensajes. 
En este modelo no se plantea la existencia de un solo código compartido entre emisor y destinatario, sino una multiplicidad de códigos. En el esquema de Shannon y Weaver el código era el elemento común entre emisor y receptor, que permitía que se produjera la descodificación del mensaje. Para Eco  (1977: 249)           el proceso de codificación y de descodificación se complica : “la propia multiplicidad de los códigos y la infinita variedad de los contextos y de las circunstancias hace que un mismo mensaje pueda codificarse desde puntos de vista diferentes y por referencia a sistemas de conv enciones distintos.” Además, los subcódigos son independientes en el emisor y en el receptor, mientras que sería condición necesaria que hubiera cierta coincidencia en el código. Esta necesidad de como mínimo una cierta coincidencia de códigos se ve muy claramente en la comunicación intercultural 15. Los subcódigos son varios: ideológico, estético, afectivo, etc. Todos estos subcódigos inciden en los procesos de codificación y descodificación aportando una nueva información más allá de la simple denotación del mensaje. Pero también intervienen en la codificación y la descodificación los elementos contextuales y circunstanciales.
El contexto hace referencia a los elementos del entorno en que se produce el mensaje. Según en que contexto aparece un mensaje, man teniéndose la expresión, sin embargo puede cambiar totalmente su contenido. Recordemos la escena de Tiempos modernos en la que Charles Chapin recoge una bandera roja que se ha caído de un camión cargado de maderas y que, a pesar de sus esfuerzos, no puede volver a colocar, en el vehículo que se aleja, este signo de peligro. Justo en el momento que Charlot que queda dubitativo con la bandera en la mano aparece detrás de él, doblando la esquina, una manifestación obrera que es, en este instante, disuelta por la policía. Inevitablemente Charlot es detenido por la policía como abanderado de la revolución, ya que en este contexto la bandera tiene un contenido diferente al de su situación originaria.
Por el contrario la circunstancia hace referencia a las relacion es que se establecen entre el emisor y el destinatario. Por ejemplo, si un emisor envía el siguiente mensaje a un destinatario, su contenido puede ser muy distinto según dos posibles circunstancias: “Te deseo que seas todo lo feliz que te mereces”. Si el emisor es la mejor amiga del destinatario el contenido es uno, pero si el emisor es la expareja del destinatario, con la que ha roto después de una tormentosa relación para irse con su hermana, podríamos pensar que el significado es otro totalmente distinto
Un elemento muy importante en este modelo es el diferenciar el mensaje como fuente de la información (expresión) y el texto interpretado como el contenido del mensaje, después que el destinatario lo ha interpretado de acuerdo con sus códigos y subcódigos, y el contexto y las circunstancias existentes.
Este cambio en el modelo es muy relevante porque plantea que el receptor lleva a cabo una lectura personal del mensaje. Eco (1977: 252) señala que pueden darse descodificaciones aberrantes. Pero entendiendo p or “aberración” exclusivamente la traición a las intenciones del emisor. Por ejemplo, uno puede encontrar, en la actualidad, absolutamente risibles los discursos del general Franco o sentir una entrañable ternura hacia el anoréxico vampiro de la película Nosferatus, que difícilmente podría causar miedo en una persona adulta, como se pretendió en su momento. Es decir, más allá de la intencionalidad comunicativa del emisor tenemos las emociones no programadas por éste, pero que se producen en el receptor. Est o pone de manifiesto que, en la comunicación, no siempre es evidente comprender el mensaje y/o compartir el contenido del mensaje. Los estudios de recepción 16 ponen de manifiesto, precisamente, cómo se negocian los significados de los discursos compartidos.
Este modelo se preocupa principalmente del proceso de descodificación del receptor. Eco (1985: 175) se ha preocupado de cómo la audiencia reinterpreta los mensajes mediáticos, así señala: a) por sí solos los mass media no pueden formar la manera de pensar de una generación y b) si esta generación actúa de forma distinta del sistema conductual propuesto por los mass media, esto significa que ha descodificado el contenido de los mismos de forma diferente de cómo los hacían los productores de los mensajes y parte de los que los consumían de otro modo.
Este modelo de Eco se basa fundamentalmente en una teoría de los códigos. Pero, posteriormente se hicieron una serie de puntualizaciones (Eco y Fabbri 1978: 570 -571): a) los destinatarios no reciben mensajes sino conjuntos textuales, b) los destinatarios no comparan los mensajes con códigos sino con un conjunto de prácticas textuales depositadas y c) los destinatarios no reciben nunca un solo mensaje, sino muchos, tanto en sentido sincrónico como diacrónico. En sentido sincrónico porque un mismo acontecimiento puede venir transmitido por distintos mass media. En sentido diacrónico porque una misma información es recibida de forma redundante aunque de un modo diverso a lo largo del tiempo. En muchas ocasiones, un texto nos remite, explícita o implícitamente, a otros textos, produciéndose un proceso de intertextualidad.
Eco (1987:10) nos recuerda que las teorías semióticas de la recepción aparecieron hacia los años sesenta en reacción a: a) el endurecimiento de algun as metodologías estructurales que pretendían poder dar cuenta del texto objetivamente en tanto que objeto lingüístico, b) la rigidez de algunas semánticas formales que pretendían hacer abstracción de cualquier referencia a las situaciones, a las circunstan cias y al contexto de la emisión de los enunciados y
c) el empirismo de algunas aproximaciones sociológicas.
Sin embargo, la confrontación disciplinar entre la semiótica y la sociología, a finales de los años 80, da paso a un diálogo interdisciplinar. Est o hace que en el campo de la comunicación las fronteras disciplinares se desdibujen. En 1993, Journal of Communication (verano vol.43 nº3 y otoño vol.43 nº4) se plantea una nueva revisión del campo, una década después de su número especial de 1983 “Ferment in the Field” (La agitación del campo), Journal of Communication (verano, vol.33 nº3). En este caso hace dos números monográficos bajo el titulo “The Future of the Field - Between Fragmentation and Cohesion” (El futuro del campo - entre la fragmentación y la cohesión). En mi opinión el fermento, la agitación del campo sigue presente, pero se dibujan tres escenarios futuros (Shepherd 1993:88 -91):
a) La indisciplinaria: “Este punto de vista defiende la comunicación como un objetivo académico pero que no es en mismo una disciplina, sino que es transdisciplinar [cross- disciplinary]” (Shepherd 1993:88). Es decir, los estudios de comunicación es un ámbito que se produce la convergencia de distintas disciplinas. b) La antidisciplinaria: para Shepherd (1993:89 -
90) está es la actitud más posmoderna. En ella se niega que la comunicación sea una disciplina, pero también se cuestiona que lo sean la filosofía o la física. Así el campo de la comunicación no conocería fronteras y podría desarrollarse en cualquier ámbito o académico. c) La disciplinaria: los autores que defienden este punto de vista tratan de establecer el estatuto disciplinar de los estudios de comunicación, diferenciarlo de otras disciplinas.
En relación a los modelos de la comunicación, quizás lo más productivo son aquellas posturas que intentan hacer dialogar disciplinas, que hasta entonces se habían dado la espalda.





















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